POR: EL OPINANTE
El proceso constitucional chileno tiene una serie de particularidades que lo hacen único, tan único como impredecible.
En pleno estallido social y antes de una de las pandemias más mediáticas en la historia de la humanidad, decidimos entre todos los chilenos crear una nueva constitución, una que se alejara de bases dictatoriales y que fuera la carta de navegación para los próximos cuarenta años de nuestra historia.
Sin embargo fallamos, entre todo elegimos una Convención Constitucional que más que dar soluciones solo entrego problemas, un verdadero circo con personajes que un día tenían cáncer, después no, sufragaban desde la ducha, iban disfrazados a trabajar o simplemente legislaban por temas que no les importaba a nadie, como la plurinacionalidad.
El fracaso en el plebiscito de salida fue contundente, cerca de 8 millones de personas votaron rechazo, en la votación con más sufragantes en la historia del país.
¿Qué pasó después? La cocina política en pleno, un grupo de un lado, junto con otros políticos de otro lado se colocaron de acuerdo para crear un nuevo proceso, el Congreso Constitucional.
Para el gusto de este novato escritor, el acá todo se comienza a confundir, tendremos comisión de expertos, constitucionalistas elegidos democráticamente, pero que no pueden salirse de ciertos márgenes y un sinfín de trabas que da a entender que todo cambiará para que nadie cambie.
En ese contexto no podemos como ciudadanos dejar que se olviden de las verdaderas demandas, no las del Pelao Vade, La Tía Pikachú o la viajera multicultural Loncon, sino que las reales, las de crear un Estado social que garantice lo mínimo, como lo es la salud, la educación y las pensiones dignas. Podríamos sumar más cosas, sí claro que sí, como la seguridad, medio ambiente y separación de poderes.
Pero lo que realmente exigimos es más simple, trabajen para el ciudadano de pie, el que tiene miedo de poder o no financiar la carrera universitaria de su hijo, el que no puede dormir pensando con cuanto jubilará o el que piensa día a día qué pasará con su presupuesto si cae en la desgracia de una enfermedad de alta complejidad.
Hoy cuando la mayoría sentimos que la constitución ya está cocinada, normada por los mismos de siempre y redactada por los mismos de siempre, esperamos de verdad que los resultados no sean los mismos de siempre, que esta vez sí podamos tener una nueva y buena constitución.
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