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Iniciativa de reciclaje escolar logra un impacto ambiental concreto en el Colegio Alberto Hurtado

Una iniciativa de educación ambiental desarrollada en el Colegio Alberto Hurtado, de la comuna del mismo nombre, logró resultados que superaron todas las expectativas. Se trata de un taller de ecología y reciclaje de botellas plásticas, impulsado desde una asignatura electiva y enfocado en el cuidado y la protección del medio ambiente, que con el paso del tiempo fue involucrando a toda la comunidad educativa.

La profesora de Ciencias Carolina Campos, del electivo Biología de los Ecosistemas, relata cómo se fue gestando este proyecto que comenzó de manera sencilla, pero que terminó generando un cambio significativo en la conciencia ecológica de estudiantes, docentes y apoderados.

“Este proyecto tiene que ver con el reciclaje de botellas plásticas, específicamente de aquellas que se generan dentro del colegio. Todo partió con unos contenedores que estaban disponibles, pero abandonados, sin uso. Los solicitamos y lo primero que hicimos fue intervenirlos”, explicó la docente.

Desde sus inicios, la iniciativa no buscaba ser solo un taller más, sino también generar identidad entre los estudiantes. “Se generó una identidad de inmediato. Luego comenzamos a incentivar y a concientizar, esperando que el contenedor se llenara. Al principio costó, porque todavía muchas botellas terminaban en la basura”, recordó.

Lejos de desistir, el equipo decidió intensificar el trabajo. “Junto a algunos estudiantes comenzamos a recolectar botellas desde los basureros de las salas y las llevábamos al contenedor. Cuando finalmente se llenó por primera vez, eso empezó a movilizar a más personas”, señaló.

Los buenos resultados motivaron aún más a la comunidad escolar. “Comenzamos a hablar de números y cifras de impacto, más que de la cantidad de botellas”, comentó Campos. Incluso los propios alumnos comenzaron a realizar cálculos y comparaciones cotidianas. “Ellos sacaban sus cuentas y le decían a la tía del negocio: ‘tía, te estás haciendo millonaria’”, relató entre risas.

Posteriormente, el foco se trasladó a medir el impacto ambiental del reciclaje. “Primero transformábamos las botellas en kilos. Luego calculábamos cuánto océano no se contaminaba, cuánta agua se ahorraba, cuánta energía se economizaba y cuánto dióxido de carbono se dejaba de emitir. Partimos con esto pocas semanas antes de las vacaciones de invierno y, desde ese período, retiramos cuatro veces botellas del contenedor”, explicó.

Las cifras sorprendieron incluso a los propios participantes. “Los números son increíbles. A nivel mundial puede parecer poco, pero a nivel comunal el impacto es enorme. Siempre les digo a los estudiantes que todo suma, que si logramos que otro colegio se sume, ya estamos duplicando el impacto”, enfatizó la profesora.

Uno de los aspectos más destacados del proyecto ha sido la amplia participación de la comunidad educativa. “Esto es muy bonito, porque aunque el trabajo se inicia con un grupo específico, termina involucrando a todos. He visto a niños de otros cursos que llegan con sus botellas y me dicen: ‘tía, las voy a llevar al contenedor’”, contó.

Esta conciencia ecológica también ha trascendido los muros del establecimiento. “Algunos estudiantes han llevado esta práctica a sus casas. Hemos recibido botellas que traen desde sus hogares para reciclarlas acá”, agregó.

Si bien el avance ha sido significativo, la docente reconoce que aún queda trabajo por hacer. “Al principio había muy poca conciencia sobre cómo influimos en el medio ambiente. Los estudiantes sabían que existía el cambio climático, pero era necesario aterrizar la información. Cuando comenzamos a mostrarles el impacto real, se produjo un cambio de actitud muy fuerte”, explicó.

Ese cambio se refleja también en el interés por participar en la asignatura. “El año pasado había 28 estudiantes inscritos y este año ya son 39. Es un cambio significativo. Además, el próximo año se sumará un nuevo contenedor para el reciclaje de papel”, adelantó.

Visiblemente emocionada, la profesora Carolina Campos valoró el compromiso alcanzado. “Si logramos que entiendan el impacto que tenemos en el planeta, aunque parezca pequeño, ya es un logro enorme. La clave está en el 1 + 1”.

Consultada sobre qué mensaje entregaría a otros establecimientos educacionales, fue clara: “Que se sumen, que se sumen sin miedo. Nosotros recién estamos empezando y ya hemos logrado muchas cosas”.

Finalmente, la docente entregó las cifras concretas del proyecto: 63,4 kilos de botellas plásticas recicladas, lo que permitió ahorrar 2.490 litros de agua, evitar la emisión de 158 kilos de dióxido de carbono y economizar 317 kilowatt-hora de energía.

“Un kilowatt-hora permite mantener encendida una ampolleta durante diez horas. Esto significa que lo que reciclamos equivale a tener una ampolleta encendida por más de 3.100 horas, es decir, alrededor de 132 días continuos”, explicó.

Un pequeño gran logro para los estudiantes y toda la comunidad del Colegio Alberto Hurtado, que hoy se proyecta como un ejemplo concreto de compromiso ambiental para la Provincia de Talagante.